Por ANULFO MATEO PÉREZ
El
gobierno de Danilo Medina parece estar dispuesto, sin medir consecuencias, a
desafiar a las grandes mayorías nacionales, representadas en el movimiento
Marcha Verde, sectores económicos y religiosos importantes, que en medio de una
crisis de gran dimensión se oponen a su segundo intento reeleccionista.
Y
es comprensible porque son abrumadoras las pruebas de corrupción y la actitud
oficialista de garantizar la impunidad a los depredadores del erario, sobre
todo en el escandaloso caso Odebrecht-Punta Catalina.
Es
obvio, que la reelección le podría seguir garantizando la impunidad, pero si
pierde el poder es posible un reordenamiento político, de las instituciones que
sustentan el sistema, sobre todo el Poder Judicial.
De
manera que el gobierno continuará su alucinante lucha por el continuismo,
apoyado en sus desacreditados personajes contadores de mentiras y tejedores de
falsas expectativas al pueblo dominicano.
El
intento de eternizarse en el poder tendrá que enfrentarse al creciente
despertar del pueblo verde, movilizado en las calles exigiendo justicia contra
los corruptos y la impunidad que le otorga el Estado.
Hacer
justicia en ese orden, sería una válvula de escape para expresar democráticamente
voluntades ante tantas tensiones y frustraciones; pero una reelección forzada
sería jugar con pólvora y fósforos.
Tanta
corrupción, impunidad, caos, inequidad y exclusión en el orden económico-social
y político ha convertido a la República Dominicana en un poderoso barril de
pólvora, con una mecha corta y rápida.
Y
en ese “butacón explosivo” están incómodamente sentados, ricos y pobres,
explotadores y explotados, gobernantes y gobernados; sin olvidar que la
rebelión es un recurso del pueblo cuando se le niegan sus derechos.
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