Nada se ha dejado de informar respecto a la enfermedad que padece el presidente Hugo Chávez, excepto lo que guarda relación con lo estrictamente ético o concerniente con la seguridad del Estado venezolano. La verdad ha resplandecido desde que el paciente decidió someterse a una exhaustiva revisión médica en Cuba.
Chávez tiene cáncer, condición de salud que pudo ser ocultada cuando se hizo el diagnóstico en la isla caribeña. O posponerse con fines politiqueros. Sin embargo, la verdad fue revelada de inmediato.
Sus enemigos NO entienden que un proceso revolucionario no es tal si no se guía por principios éticos. Y es comprensible. Las hienas ni los licántropos conocen de ese código de honor.
No creo que sea necesario que el antropólogo estadounidense David Gordon White, descifre algunos enigmas respecto a estos sujetos que guían desde la sombra las campañas mediáticas contra Chávez y la Revolución Bolivariana.
Por ejemplo, cómo ubicarnos dónde queda el centro de la licantropía y dónde estos individuos adquirieron la capacidad de desdoblarse de hombre a licántropos y retornar a su habitualidad corpórea.
Me refiero a los que arman y conducen las maniobras diversionistas, articulándola a la conspiración contra el proceso revolucionario conducido por Chávez en Venezuela.
Los licántropos usan los medios de comunicación para repetir todo lo que difunden las transnacionales de la información, que tienen su sede en las mismas entrañas de la CIA o de otras agencias igualmente tenebrosas.
Aunque este tipo de licántropo tiene algunos rasgos en común con la hiena, como son los gritos, gruñidos, alaridos, rugidos, risas y gemidos, son filogenéticamente distintos: esta última es carroñera y el primero se alimenta de revolucionarios vivos.
FUENTE: El Nacional y Barrigaverde.net
6/Enero/2013
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