En 1888, el
populoso barrio londinense de Whitechapel fue escenario de múltiples crímenes
horripilantes, cuyo modus operandi del victimario estuvo caracterizado por
cortes en la garganta, en área genital y abdominal, extirpación de órganos y
desfiguración de rostros de mujeres indefensas.
En la
República Dominicana, en otros países, actúan con el mismo modus operandi de
Jack el Destripador unas transnacionales, que abren las entrañas de nuestras cordilleras
para extraer sus minerales.
Falcondo
vuelve a exhibir sus garras al presionar al actual gobierno para que le permita
explotar Loma Miranda, de cuyas entrañas emana el agua de arroyos y ríos; de su
superficie vegetación y animales silvestres.
Siniestras coincidencias
es que los disturbios sociales y presiones tengan escenario en nuestro vecino
Haití, donde la estadounidense VCS Mining interviene para lograr concesiones
para extraer el oro.
Como es
costumbre de los gánsteres económicos, identificados así por el economista
estadounidense John Perkins, actúan de forma mafiosa en todos los escenarios donde intervienen,
como ocurre en Haití y en República Dominicana.
El
presidente Luis Abinader debe estar alerta y firme porque el brazo de Jack el
Destripador se moverá para crear conflictos en el seno de su gobierno para
debilitarle, usando el soborno y la presión propia de sicarios.
Podrían llevarle entre la espada y la pared, para con sutileza demandarle “la vida o la bolsa”, como ocurrió con Jaime Roldós en Ecuador, Juan Velasco Alvarado en Perú, Salvador Allende en Chile… o la claudicación.
El único y
verdadero sostén que Abinader podría tener frente a las mineras y los intereses
detrás de ellas, es si escucha y actúa cónsono al pueblo movilizado en defensa
del patrimonio ambiental y la vida.