La pregunta es pertinente, porque desde hace décadas la sociedad dominicana ha sido conducida por grupos, que cohesionados en sus intereses económicos y políticos, la han vapuleado sin descanso.
Pese a esfuerzos aislados, la sociedad no ha logrado estructurarse en organizaciones sociales y políticas consistentes, que empoderándose hayan logrado cambiar esa realidad.
Muchas críticas van dirigidas contra los males que genera el sistema capitalista dependiente y salvaje que padecemos. Se enrostran las prácticas nocivas a gobernantes y sus acólitos.
Muchos ponen el dedo en la llaga contra la corrupción, la perversión de las instituciones públicas y privadas, por violar sus propias normas jurídicas, sociales, religiosas y morales.
Pero muy poco se hace para cambiar esa realidad. Las masas irredentas son conducidas como ganado para el matadero por los mismos grupos, que con la coerción del Estado, prebendas y falsas promesas, se aferran al poder.
Se apela al argumento de que existe una anomia social o falta de normas. Sabemos que éstas existen como para evitar muchos de esos males, pero no se respetan ni se hacen respetar por quienes dirigen el país.
Las clases gobernantes y sus representantes han hecho del patrimonio público un botín particular, en una simbiosis de Estado y sectores privados, como es la tipología clásica del cohecho.
Lo que hace falta es romper la pasividad; no limitarse a las quejas y denuncias. Hay que incorporarse a las organizaciones que luchan por cambiar estructuralmente la sociedad.
El pueblo debe ganar el poder para que las riquezas de la nación sean para combatir el analfabetismo, la insalubridad, la falta de techo y de trabajo. Para que en la República Dominicana predomine la equidad y la inclusión.
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