Por
ANULFO MATEO PÉREZ
La
violencia continúa siendo un fenómeno preocupante en todo el planeta, y en
particular en la sociedad dominicana donde se ha incrementado de forma
inusitada, lo que debe ser estudiada por los expertos y al Estado a reducirla,
ya que afecta a todos,
y mucho más a los sectores empobrecidos.
La
conducta violenta es una expresión descontrolada de la agresividad innata del
ser humano y de otras especies inferiores en la escala animal, mediada por un
aprendizaje culturizado en su entorno desde la niñez.
Martín
H. Teicher, de la facultad de Medicina de Harvad, afirma que el maltrato
infantil "desencadena una cascada de procesos moleculares" que
incrementa la agresividad hasta alcanzar la edad adulta.
No
obstante, la repercusión de la violencia en la familia y en la sociedad debe
considerarse en el contexto biopsicosocial; en sus causas socioculturales,
económicas, políticas, históricas, religiosas, entre otras.
El
fenómeno lo generan la exclusión social y económica, analfabetismo, desempleo,
marginalidad e inseguridad social, insalubridad y autoritarismo. Todas son en
sí mismas expresiones de la violencia.
El
problema es grave. El doctor Roberto Briceño-León en un evento del CLACSO informaba,
que para el 2001 morían de forma violenta en América Latina unas 5 mil personas,
y ahora ese mal se ha multiplicado.
A
esa vorágine se le suma en las últimas décadas, el incremento del narcotráfico
y consumo de drogas, así como la ostentación de riquezas fruto de la
corrupción, sobre todo la entronizada en el estado.
El
experto español José Sanmartín sostiene que la exclusión social multiplica por
cuatro el riesgo de la violencia individual y colectiva. Una advertencia a los
que detentan el poder en la República Dominicana.
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