I
Tras el ajusticiamiento del tirano Rafael L. Trujillo Molina (30 de mayo, 1961) y la caída estrepitosa de la dictadura, salieron a escena los actores políticos, sociales y económicos en lucha por la supremacía en el Estado, resultando el frente oligárquico con el control absoluto de las estructuras de poder.
Los intentos en 1962 por enrumbar el país hacia una democracia liberal, con la elección de Juan Bosch y la adopción de una Constitución de igual contenido, naufragaron ante el poder oligárquico-imperialista.
El golpe de Estado contra Bosch por los representantes del status quo, que antes habían derrocado la tiranía trujillista, estructuraron su poder sobre la base de los remanentes del viejo régimen unipersonal.
La respuesta político-militar de las fuerzas liberales y revolucionarias contra el gobierno de facto de Donald Reid Cabral, irrumpió en abril de 1965 por el retorno de Bosch a la presidencia de la República.
Con la Operación Power Pack, que contó con 42 mil marines y la 82ª División Aerotransportada del Ejército, los EE.UU. impedían por la fuerza que se estableciera esta vez un gobierno democrático popular.
De ahí en adelante, la lucha entre el conservadurismo-status quo y las fuerzas partidarias de los cambios estructurales de la sociedad, han encontrado el valladar del poder imperial y una burguesía parasitaria.
En una alianza de mezquinos intereses, la élite económica representada en unas pocas familias y el capital transnacional, se han ido apropiando de las riquezas del país, incluidas las empresas estatales.
Hoy se han expandido y diversificado sus distintos ejes de acumulación y han logrado mayor permeabilidad del Estado a sus intereses y a los de la élite de una pequeña burguesía trepadora gansterizada.
II
La burguesía dio un salto importante cuando derrocada la dictadura trujillista, tomó las riendas del poder y con este la apropiación de las empresas públicas, usando la coerción del Estado para imponer la “paz social” en el país, frenando así la lucha reivindicativa de los distintos sectores organizados.
La burguesía no pudo engullirse de un tajo todas las propiedades heredadas de la tiranía, porque Joaquín Balaguer para gobernar no sólo se apoyaba en el aparato militar trujillista, sino también en ellas.
El ciclo es completado cuando el dictador ilustrado traspasa el poder político al PLD, aplicando el programa neoliberal para endosar las propiedades del Estado a esa burguesía y al capital transnacional.
Los recursos públicos han sido la fuente del enriquecimiento galopante de la cúpula que dirige al PLD, en una alianza de gran calado con las familias que por tradición han constituido el mayor poder económico.
Para fortalecer y mantener su control absoluto, el peledeismo ha transmutado los sindicatos y federaciones en corporaciones, enriqueciendo de forma ilícita a los dirigentes, a su propia imagen y semejanza.
Una parte de los gremios y movimientos los ha debilitado con el mismo mecanismo usado contra los sindicatos, reprimiendo a su base y envileciendo a los dirigentes con dádivas y privilegios irritantes.
La resistencia del pueblo dominicano, la lucha política y militar por darse una democracia verdadera, el sacrificio de héroes y mártires, han sido aprovechados por el PLD a su favor para imponer sus dominios.
En cada ciclo histórico, se ha impuesto el poder unipersonal y el descuartizamiento de la res-pública para beneficio de los poderosos, mientras se ofrece siempre poco pan y mucho circo al pueblo empobrecido.
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