Por
ANULFO MATEO PÉREZ
El
presidente Barack Obama sorprendió al mundo cuando rompiendo los atavismos de quienes
le precedieron en la Casa Blanca ,
saludó desde su despacho a la patria de José Martí con un simbólico ¿Qué bolá,
Cuba?, que en el lenguaje coloquial cubano significa ‘¿En qué andas, Cuba?’, ‘¿Qué
vas a hacer, Cuba?’.
La
respuesta fue firme, expresada con claridad por su homólogo Raúl Castro: Luchar
con denuedo contra el bloqueo que constriñe la economía; recuperar el
territorio de Guantánamo ilegalmente ocupado; ampliar las relaciones con el
mundo y superar las dificultades presentes y futuras.
¿Qué
Bolá, Obama? Ya sabemos qué se propone el mandatario estadounidense cuando visita
la Isla
fidelista: Influir con un gran calado en el ánimo de los cubanos, ante todo
sobre los jóvenes, ofertar el golpeo con guante de seda y el otro puño en
reserva para golpear con guante de bronce, con la intención de hacer zozobrar la Revolución en marcha.
Procede
así el presidente-visitante, por ser la punta de lanza del mayor poder
planetario imperialista, cuya presencia en La Habana no dejó de ser un audaz y renovado esfuerzo
para que su anfitrión regrese al capitalismo de pacotilla.
Se
debe examinar la nueva y opaca actitud del imperio a la luz del fracaso del
bloqueo económico, comercial, financiero y belicista contra un pueblo que ha
resistido tal embestida por más de medio siglo.
El
cambio a una política “Light”, durante una administración demócrata con un mandatario
negro, “inteligente, amistoso y simpático”, no ha variado un ápice el mezquino propósito
de llevar más agua al molino de los halcones de Washington.
De
manera que el restablecimiento de las relaciones EEUU-Cuba entraña un desafío histórico
para los dirigentes de la
Revolución , al tener que lidiar ahora en el ámbito nacional y
en una nueva realidad política, con el más poderoso de sus adversarios.
No
obstante, reconforta escuchar del presidente Raúl Castro, que aunque se logre la
normalización de las relaciones plenas con Estados Unidos, Cuba defenderá y
ampliará todas las conquistas alcanzadas, manteniendo en alto las metas
socialistas, sin bajar jamás las banderas de la dignidad y principios
revolucionarios.
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