Por ANULFO MATEO PÉREZ
El marketing político se apoya en varias disciplinas, que utilizadas
con rigor científico puede facilitar una exitosa campaña electoral a
favor de un determinado candidato. Es lo que formalmente se exhibe, lo
aparente, ocultando muchas veces el uso de medios que riñen con la
ética, la Constitución y las leyes.
Las ciencias políticas, la sociología electoral y la comunicación son
usadas por lo general para interpretar la realidad, elaborar las
estrategias a seguir frente a los desafíos, e instrumentar una buena
campaña.
Sin embargo, en el caso del presidente-candidato Danilo Medina, y en
muchos otros de su entorno, se dispone de esos instrumentos, pero su
soporte, el andamiaje principal, son los recursos públicos.
En especial, el uso de los servicios de inteligencia del Estado para
hurgar con toda impunidad en “la vida de los otros”, considerados sus
más peligrosos adversarios en el camino de la reelección presidencial.
Y esos medios fraudulentos para imponerse, han sido solicitados por
cierto experto en marketing, que no tiene el menor respeto por la ética
ni la moral política, mucho menos por las leyes de nuestro país.
Su “prestigio” y continuos éxitos, como asesor de candidatos
presidenciales reeleccionistas o de partidos que se proponen eternizarse
en el poder, ocultan toda suerte de artimañas antidemocráticas.
Entonces, no es de extrañar que el brasileño Joao Santana, asesor
“renunciante” de la campaña de Danilo Medina, esté tras las rejas en su
país por la alegada implicación en la macro-operación Lava Jato.
El profesional del marketing había “disparado” con precisión a más de
uno de los oponentes de sus asesorados candidatos, para pasar a
interpretar ahora el papel protagónico de la obra “El cazador cazado”.
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