Por ANULFO MATEO PÉREZ
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en los casi 16
años de gobierno ha ido estructurando una “dictadura institucional”, al
conseguir paso a paso que los tres poderes del Estado (Ejecutivo,
Legislativo y Judicial), y sus instituciones afines, funcionen a
voluntad y capricho del Presidente de la República.
Para lograrlo, el PLD y sus jefes políticos han utilizado la
corrupción, clientelismo, chantaje y coerción oficial, logrando de esa
manera la hegemonía política, puesta al servicio de sus intereses
corporativos.
Leonel Fernández, quien desgobernó el país durante 12 años y desde
entonces ostenta la presidencia del PLD, anunció en diciembre de 2013
que esa corporación política continuará en el poder más allá del año
2044.
Cerrando el ciclo de su mandato político, el peledeismo deja un país
devastado, arcas públicas exhaustas, mayor desigualdad social y
económica y segmentos de la sociedad envilecidos hasta el tuétano.
Una oposición dividida por un vanguardismo inútil en lucha contra esa
“dictadura institucional”, haría posible que la amenaza de Leonel
Fernández se convierta en una espeluznante realidad.
La reelección de Danilo Medina, facilitada por la dispersión
opositora, agravaría todos los males que hoy acogotan a los dominicanos,
que reclaman a gritos terminar ya con esta tragedia nacional.
Un frente nacional opositor sacaría en las elecciones del próximo año
del Palacio Nacional al “comesolismo” corrupto y corruptor, para
iniciar un nuevo ciclo de apertura democrática en la sociedad
dominicana.
Y la izquierda revolucionaria no debe estar al margen de esos
esfuerzos, con sus ideas, propuestas, sus mejores hombres y mujeres,
como garantía de mantener el rumbo y dejar atrás tan oprobioso presente.
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