Por ANULFO MATEO PÉREZ
El
momento demanda una profunda reflexión para interpretar lo que sucede en el
seno de los distintos estamentos dominantes, en términos políticos y
económico-sociales, así como en las organizaciones, estructuras de poder; examinar
sus debilidades, fortalezas, contradicciones y disputas por la hegemonía.
Es
pertinente hoy más que nunca poner atención a lo que advertía con toda claridad
Carl Marx en cuanto a que no es lo mismo la fracción burguesa dedicada a los
negocios financieros, que la burguesía industrial.
Abundaba
el autor de El Capital, de igual forma, que ninguna de las dos fracciones antes citadas
es idéntica a la burguesía terrateniente. Entre ellas, sin embargo, se tejen
alianzas políticas de clases.
En
esa dinámica burguesa, la fracción de mayor poder dirige y arrastra a las
demás, de manera que la lucha de clases no es “plana y horizontal”, sino
“fraccionada y transversal”, como decía el sabio alemán.
Nada
ni nadie puede detener las contradicciones y confrontaciones, no sólo en el
seno de la burguesía, sino entre la clase obrera (trabajadores) y esta, esté o
no fraccionada la primera por intereses económicos.
Con
toda razón Marx acotaba que “la historia de la sociedad no es más que la
historia de la lucha de clases”, que no falta de ninguna manera en la República Dominicana,
donde existe la dominación burguesa.
Dado
que no estamos en una “situación revolucionaria”, las elecciones del próximo
año deben ser aprovechadas para perforar las estructuras de dominación y romper
la hegemonía del sector retardatario.
El
papel de la izquierda, en alianza con un sector liberal de la burguesía, no es
ayudar a legitimar la hegemonía de esta, ni el capitalismo, sino impulsar los
cambios revolucionarios en el seno de la sociedad.
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