Por ANULFO MATEO PÉREZ
Carestía de alimentos, medicamentos falsificados y caros, impunidad,
privilegios, desempleo, inseguridad, inequidad, saqueo de los recursos
del Estado, quiebra de los servicios públicos, autoritarismo…
constituyen una mezcla inflamable y peligrosa como la compuesta por
nitrato de potasio, azufre y carbón.
Los citados elementos constituyen la pólvora, contenida en un enorme
barril llamado República Dominicana, y sobre el cual estamos todos
inocentemente sentados, ricos y pobres, gobernantes y gobernados.
Pero además, la peligrosa carga que usamos como incómodo asiento, está
dotada de una fina e inapagable “mecha rápida”, que le ayudaría a
estallar si surge una “traviesa e inoportuna” chispita abrileña.
Las ollas de presión tienen una válvula de escape para evitar la
explosión interior, por lo que a nadie se le ocurriría sellar la salida
de los gases y el calor contenido en la misma sin arriesgarse al
estallido.
Las elecciones del 15 de mayo de 2016 serán una válvula de escape
para expresar democráticamente voluntades ante tantas tensiones y
frustraciones; echárselas en un bolsillo sería jugar con pólvora.
La Junta Central Electoral (JCE), el Tribunal Superior Electoral
(TSE), el Tribunal Constitucional (TC), no son organismo garantes de la
institucionalidad ni de un proceso comicial transparente.
El Poder Ejecutivo, Congreso Nacional y Poder Judicial andan
agarraditos de las manos entonando la ronda del “Matarile, rile, rile…”,
y no es un secreto cuál es el “paje” que desean reelecto en la
presidencia.
La rebelión es el último recurso de los pueblos, cuando las rutas
institucionales y pacíficas para lograr los cambios, han sido clausurada
por la violencia y negación de derechos de parte del Estado, “Matarile,
rile, ron”.
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