Raíces Radio

lunes, 15 de julio de 2019

Perfil psicológico del dictador



Por ANULFO MATEO PEREZ 
I
La caracterización del dictador puede ser diversa, pero casi todos los investigadores coinciden en que se trata de un sujeto con trastornos psíquicos, por una afección del lóbulo frontal inferior del cerebro, en el circuito donde se inhiben los impulsos agresivos creados en las amígdalas de ese órgano.

La amígdala es el centro principal de los circuitos donde se regulan el miedo, rabia, deseo sexual y memoria emocional entre otras cosas; esta parte del cerebro está directamente conectada al hipotálamo.

Para el Dr. Seth Davin Norrholm, de la Universidad de Emory, Druid Hills, en el área metropolitana de Atlanta, el dictador se caracteriza por un alto grado de narcisismo y emana mucha energía sexual.

En su criterio, este sujeto rebosa de confianza e independencia en sí mismo y suele estar muy absorto, es mentiroso profesional, sin compasión, sádico y con un apetito insaciable de poder, como todo psicópata.

Según Carl Jung (1875-1961), psiquiatra psicoanalista suizo, los dictadores siguen dos patrones, citando dos casos interesantes en la historia: el de jefe tribal (Mussolini) y el de brujo o chamán (la tipología de Hitler). 

“El dictador tiene que encontrar condiciones adecuadas para producir la dictadura. Mussolini llegó cuando su país estaba en caos, la clase obrera era incontrolable y había amenaza del bolchevismo”, dijo Jung.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA), tiene un largo historial en la elaboración de perfiles psicológicos y políticos de figuras internacionales, con diferentes grados de profundidad y precisión.

Para la CIA, Adolfo Hitler tenía un perfil narcisista, neurótico, suicida, inseguro, impotente, masoquista, y que se veía a sí mismo como "el destructor del superego anticuado hebraico cristiano".

II

La Agencia Central de Inteligencia (CIA), y otras de igual naturaleza, no sólo se ha dedicado a elaborar el perfil psicológico de los dictadores que han patrocinado, sino también a líderes mundiales que han representado y representan a sus pueblos, considerados enemigos por el imperio.

Sin embargo, las informaciones que la CIA filtra a los medios no son necesariamente verídicos, porque en muchos casos tienen la finalidad de satanizar a los líderes que no responden a sus intereses.

Entre estos cuentan Fidel Castro, Ho Chi Minh, Juan Velasco Alvarado, Jaime Roldós Aguilera, Salvador Allende, Omar Torrijos, Hugo Chávez, Vladimir Pútin, Kim Jong-un, Rafael Correa, Evo Morales, Angela Merkel…

No obstante, las mentiras de la CIA no le restan créditos a estudios realizados por investigadores que se apegan a la verdad científica, de que el dictador sufriría de algunos trastornos en el cerebro.

La causa se atribuye a una alteración en el gen denominado AVRP1, que regula la capacidad de ser generosos con los demás; gen asociado a la secreción de una hormona que permite los vínculos sociales y afectivos.

Según Richard Ebstein, Universidad Hebrea de Jerusalén, el dictador recibe poco placer en los centros de recompensa del cerebro y “es bastante seguro que los dictadores codiciosos tienen un componente genético”.

El dictador es obsesivo, falta de empatía ante el sufrimiento, interés en la veneración y culto a su persona, que realiza con campañas de difusión fastuosas; miedo de perder el poder, ser sancionado y humillado.
Aunque el dictador tiene una base biológico para ser tal, este contaba con padres autoritarios, que dudaban de las cualidades de su hijo, madres con historial de depresión y una infancia carente de juegos y cariño.

III

De acuerdo con el escritor estadounidense John Gunther, “todos los dictadores son anormales. La mayoría de ellos son neuróticos”. De su lado, Daniel Eskibel dice que al dictador… “Lo ves solo. Aislado. Sin escuchar. Sin contacto con la gente. Agresivo. Cometiendo errores que nunca creíste pudiera cometer”.

Jerrold Post, Universidad George Washington, afirma que en el caso del dictador, como lo fue Trujillo, este “puede funcionar de manera (…) racional, pero en estrés (…) sus percepciones se distorsionan”.

Como he dicho antes, el arma política predilecta del dictador es el culto a su persona, que radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso de esta no es determinado por el pueblo, sino por él.

El marxismo examina el papel del dirigente carismático en estrecho vínculo con el curso objetivo de la lucha de clases, con la actividad histórica del pueblo, no al papel del “líder mesiánico” de ocasión.

Comparto el concepto de que ni siquiera la experiencia del más genial de los dirigentes puede sustituir la experiencia colectiva de millones de personas, donde el pueblo debe tener fe en sus propias fuerzas.

El dictador crea la dicotomía entre “buenos” y “malos”, “orden y desorden”, “terroristas” y “autoridad”, concepto que se ha puesto en práctica, por ejemplo, en la militarización del Congreso Nacional.

El poder estatal-militar no sólo es físicamente represivo, sino también cultural, vale decir cognitiva, afectiva y conductual. Ese poder penetra y controla las instituciones y patrocina la censura y autocensura.

Gabriel García Márquez, Gabriela Mistral y Pablo Neruda habían alertado sobre el uso de la opresión, violencia represiva y miedo emanado del autoritarismo, que es una constante en América Latina.

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