Raíces Radio

sábado, 20 de enero de 2018

De Pilatos a los obispos

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Ahora resulta que no hay responsables de la corrupción y la impunidad que asfixian al país; que el desastre en el orden ético-moral, social, económico y administrativo no tiene autores intelectuales ni materiales; que nuestra desgracia ha sido signada por el “destino” al que estamos condenados todos.

El Gobierno dice compartir la preocupación externada por la Iglesia Católica en su Carta Pastoral sobre la corrupción e impunidad que afectan a la nación, mientras propicia y trata de encubrir esos males.

Lo expresado por el ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, se inscribe en el “cinismo político”, compartido por quienes profesan una conducta aberrante desde un Estado delincuente.

En sus inicios era “sotto voce” la corrupción del peledeismo, que inició su acumulación primaria con cierta timidez, para terminar de forma descarada enriqueciendo a su cúpula y a otros próximos a ella. 

La Carta de los obispos dio en la diana al criticar “…el apego al poder por el poder, del robo al erario nacional a expensas de la nación, de la apropiación inescrupulosa de ahorros ajenos para beneficio propio…”.

La pieza de los prelados puso el dedo en la llaga al denunciar sin tapujos “…la evasión de impuestos, de tanto crimen y robo, de la creciente violencia, de la impunidad de tantos delincuentes públicos…”.

Esa triste realidad es la que ha provocado que la sociedad dominicana se estremezca y haya constituido la Marcha Verde, para demandar el cese de tantos abusos, que se cometen desde un poder usurpado.   

La marcha que se realizará el próximo 28 de enero hacia el Palacio Nacional, para demandar el cese de la corrupción y la impunidad, debe ser el aldabonazo que permita el definitivo despertar de esta pesadilla.

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