Por
ANULFO MATEO PÉREZ
La
metástasis de la corrupción en las instituciones que sustentan el sistema
político y a sus representantes, es una de las palancas principales de
aceleración de las crisis política, social y económica de la República Dominicana ,
resultado de la perversión de quienes nos han sometido desde hace décadas.
Ante
los ojos de la sociedad, el deterioro institucional, la crisis de dominación y
el caos se deben a la cultura de ilegalidad, la corrupción, indolencia y
pérdida colectiva de la “moral” de la “clase política”.
La
corrupción de Estado y la suciedad del sistema económico y político se
extienden como mancha de aceite, desde la base hasta la cima del poder de esta
seudo democracia, devenida en dictadura institucional.
El
saqueo de los recursos públicos para enriquecer a una cúpula económica y
política, sirve además para invertirlo en compra de voluntades, envilecimiento
de amplios sectores y manipulación mediática.
Todo
ello lo convierte en un poder ilegítimo y usurpado, que el pueblo dominicano
debe revocar con la soberanía que le otorga su condición de tal, para refundar
sus instituciones y sistema político.
Es
una demostración de que el pueblo ha elevado su nivel de conciencia y está
empleando sus fuerzas para desplazar a los corruptos y corruptores que detentan
de forma abusiva e ilegal un poder opresivo.
La
crisis de gobernabilidad ya es evidente, como la desobediencia civil en
ciernes, que podría tomar el camino de una mayor confrontación, si el gobierno
sigue sordo al reclamo para poner fin a la impunidad.
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