La
marcha del pasado domingo constituyó un plebiscito contra la corrupción y la
impunidad de Estado, entre otros factores por su carácter masivo y la unidad de
sus participantes al enfrentar con firmeza a quienes desde el poder depredan
los recursos públicos e imponen una dictadura institucional.
La
lucha contra la corrupción y la impunidad moviliza a muy amplios sectores de la
sociedad, pero deben incorporarse metas superiores, como desplazar del poder a
los que usurpan la voluntad popular.
La
batalla que se ha iniciado debe continuar, hasta que la democracia sea
rescatada y el pueblo dominicano pueda decidir con libertad el camino que le
conduciría a ejercer plenamente sus derechos.
Si
no se combate de forma continua contra los que detentan el poder, no se
lograría jamás potenciar la fuerza del movimiento, capaz de llegar hasta las
últimas consecuencias para rescatar al país del caos.
Como
respuesta a la marcha del pasado domingo, el gobierno tratará de confundir y
reprimir al pueblo para debilitar sus fuerzas. Y para evitar esos intentos,
deben trazarse con claridad los objetivos estratégicos.
Los
próximos pasos deben estar encaminados a sustituir las instituciones de este
sistema partidocrático, las cuales atraviesan por una gran descomposición
institucional y la depravación más absoluta.
El
gobierno, el PLD y aliados están llevando al país a una crisis profunda, por lo
que yo los he calificado de “acicalados zacatecas”; “sepultureros” del sistema
político que nos conduce al abismo más profundo.
A
los que nos han secuestrado los sueños, no debemos responderles con “carabinas
vacías”, sino con demostraciones como la del pasado domingo. Habrá que “tirar
el cuerpo al agua”, en la lucha social y política.
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