Por ANULFO MATEO PÉREZ
En un país como el nuestro, donde impera una seudodemocracia, no es
casual que el gobierno de Danilo Medina haya comprado a legisladores
para modificar la Constitución de la República que le impedía su
reelección, y ahora juegue al poker con sus opositores ocultando cartas
en las mangas de su camisa.
En cierta ocasión y por algo similar, Juan Bosch desde la oposición
reclamó equidad y respeto en el escenario político, pronunciando la
frase que ha resonado por décadas: “Jugamos todos o se rompen las
barajas”.
El PLD ha olvidado en lo absoluto las enseñanzas de Bosch y para
seguir en el poder aplica a pies juntillas las mañas balagueristas,
apoyado en una Constitución que su último mentor llamó “pedazo de
papel”.
Se trata de la cultura del timo, entronizándose al paso del tiempo y
tomando impulso cuando en 1966 el Departamento de Estado de EEUU ordenó
impedir el ascenso a Juan Bosch en marcha hacia la Presidencia.
La JCE continuó siendo usada como instrumento del fraude contra otros
opositores, como José Francisco Peña Gómez, recordado por la frase de
Balaguer: “El camino malo está cerrado, definitivamente cerrado”.
Así, ese anciano caudillo, de 87 años de edad, ciego, diezmada su
salud y acorralado por su desgaste político, desconoció la voluntad
popular, que se había expresado contra un séptimo período de gobierno.
Juan Esteban Olivero Féliz, después contaba de forma hilarante cómo
el presidente Balaguer le ordenaba, como a “Mandrake El Mago”, sacar los
votos coloraos de su sombrero de copa en la sede central de la JCE.
La discusión en torno a si el conteo de los votos debe ser
electrónico y/o manual, es un triste juego del danilismo con sus
opositores, convencido del balagueriano concepto de que “el poder es
para usarlo”.
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