Por
ANULFO MATEO PÉREZ
Las
distintas opciones ofrecidas en el menú electoral, una de las cuales dirigirá el
país de forma irremisible a partir del próximo 16 de agosto, se explayan en
ofrecimientos para remodelar este decadente sistema político, que no aguanta
más remiendos y se descompone de forma vertiginosa e irreversible.
Muchas
de esas ofertas son puras demagogias politiqueras, como las del oficialismo,
que ha incrementado la ya asfixiante deuda externa, el déficit fiscal, la corrupción,
la impunidad e inseguridad ciudadana.
En
estos casi cuatro años de gobierno del PLD, contrario a lo que ofreció Danilo
Medina, no se ha corregido lo que está mal, nada ha continuado bien y hace lo
que siempre se ha hecho contra los dominicanos.
Y
pese a la raquítica y nociva gestión de gobierno, el presidente con
pretensiones reeleccionistas insiste en narcotizar a los sectores más
carenciados del pueblo con falsas promesas de bienestar.
Frente
al engaño, es penosa la ausencia de propuestas programáticas para realizar las
grandes transformaciones estructurales, sobre todo ahora cuando el modelo
neoliberal padece la peor crisis de su historia.
Y
la carencia de una visión distinta, refrescante, innovadora, antisistema tiene
que ver con la división, debilidad y dilatada atomización de la izquierda, que
frente a la partidocracia se ha mostrado petrificada.
Que
sin posibilidades para avanzar unida por otra vía, ha renunciado a la única
abordable en estas circunstancias históricas, que es la electoral, con todas
las inequidades e inmundicias del sistema político.
Mientras
una buena parte de la izquierda hace como el avestruz aterrado, la pequeña
parte que ha decidido participar en las elecciones es apabullada por el coro de
voces que ofrece remendar el sistema.
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