Raíces Radio

domingo, 26 de noviembre de 2017

Como tigre al acecho

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Cesáreo Mayía, hombre respetado por amigos y allegados, era consultado con frecuencia cuando algún coterráneo necesitaba de sus sabios consejos para resolver alguna situación apremiante, dada la buena fama de que siempre acertaba en sus recomendaciones con el agradecido beneplácito de todos.

Al crecer su prestigio de hombre juicioso, a su paso por las calles de la hospitalaria ciudad los caballeros respondían a su saludo tocando el sombrero con la mano derecha y reverente inclinación de sus cabezas.

Un martes, el lugareño con más poder económico e influencia social le ofreció a Cesáreo un buen empleo a cambio de algún dinero, para que le dedicara la mayor parte del tiempo a su sabia y discreta consejería.

Sin embargo, más que recibir consejos o asesoría en sus decisiones corporativas o personales, a Desiderio Mendieta le interesaba tenerlo a su lado por el respeto ganado en buena lid durante largos años.

Ante una contingencia imprevista que se había presentado, don Desiderio solicitó al nuevo empleado dedicar sus esfuerzos en la dirección de una de sus empresas, que estaba quebrada por pésima administración.

Al poco tiempo, el establecimiento comenzó a marchar por mejor camino, lo que ansiosos esperaban don Desiderio, empleados y clientes, sin embargo, Cesáreo no había calculado los riesgos del nuevo trabajo.

Resulta, que una fiera mascota que don Desiderio consentía en su despacho, cruzaba en ocasiones a dormitar en el traspatio de la empresa, que el nuevo administrador dirigía con destreza y mucha confianza.

Un día, el tigre saltó por una ventana, atacó a Cesáreo por un costado, clavó sus colmillos en el cuello, apoyó su cuerpo contra su víctima y giró para dañar la yugular y columna vertebral, con la velocidad del rayo.

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