Por
ANULFO MATEO PÉREZ
No
he podido descifrar aún, cuál sería el mecanismo que el gobierno de Danilo
Medina usaría para romper el autoacorralamiento en que ha caído, tras la revelación
de los sobornos y sobrevaluaciones de la empresa brasileña Odebrecht en el
proyecto de la planta de Punta Catalina en la provincia Peravia.
Estamos
siendo testigos de un gobierno perturbado, huidizo, atemorizado, disgregado, dubitativo,
entrampado, silente en su puesto de mando, que ante el peligro inminente adopta
la conducta del avestruz.
Se
niega a creer lo que está a la vista de todos y cierra sus ojos para no ver que
el pueblo ha despertado de la anestesia general, inoculada desde el poder por
la mafia política dedicada al pillaje y a la opresión.
El
movimiento Marcha Verde, que exige el fin de la corrupción y la impunidad, ha
tomado este domingo las calles de Azua, como lo hizo en otros puntos del país, en
proceso ascendente de sus luchas cívicas.
Intentar
embaucar al pueblo con cuentos de hadas para ganar tiempo, como hace el
condenado a la horca, no acallará el clamor por el adecentamiento moral y ético
del ejercicio político y en el Estado.
Los
que detentan un poder usurpado deben entender con claridad, que los dominicanos
se hartaron de que pequeños grupos mafiosos, no sólo les opriman en términos
económicos, sino política y moralmente.
Enfrentar
esa realidad con mentiras, intrigas, distracciones y represión policial a
quienes demandan justicia ante el saqueo de los recursos públicos, es tratar
situaciones de riesgo escondiendo la cabeza.
La
lista de los sobornados de Odebrecht debe ser publicada; y que se haga
justicia. Cuando un gobierno actúa contra las leyes, invita al pueblo no sólo a
desconocerlas, sino a destruir todo el andamiaje del Estado.
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