Por
ANULFO MATEO PÉREZ
1
de 2
Para
la sociedad dominicana, a la merced de la propaganda, la manipulación
mediática, el chantaje, el soborno, la corrupción, el clientelismo, la
demagogia, la cultura partidocrática, un “político exitoso” es todo aquel que
llega a un puesto público para enriquecerse mediante el saqueo de los recursos
del Estado.
Para
muchos, un “político fracasado”, o el descrito por el polímata venezolano
Arturo Uslar Pietri, es el pundonoroso, que no alcanza un puesto público, y si lo
hace no se corrompe ni contamina a los demás.
Es
el mismo que no cambia de chaqueta o no pierde el rumbo, apegado al ejercicio
coherente y decoroso de la política, contrario a la veleta, que gira sobre un
eje vertical según la dirección del viento.
El envilecimiento ha sido una de las armas más
usadas de los que han llegado al poder, para doblegar a los carentes de ideales
nobles, resentidos, egocéntricos, ambiciosos, desidiosos, mediocres y
corruptos.
Muchos
son autodidactas en el proceso del aprendizaje de la adulonería y la
perversidad, que “pertenecen a la farándula” de los presidentes “para medrar a
cambio de lisonjas”, como afirmara Américo Lugo.
Creer
en la promesa del presidente Danilo Medina, de que no buscará nueva vez la
reelección porque juró ante Dios respetar la Constitución , es
pecar de ingenuo o creer que todos los dominicanos lo somos.
La
frase de que el presidente tendría que "comerse un tiburón podrido"
para sucederse a sí mismo en el poder no es de la autoría del actual mandatario,
sino del fenecido intelectual Ramón A. Font Bernal.
Un
consejo de un folklórico personaje, que integró la “farándula literaria y
política de Balaguer”, a un novel Leonel Fernández, superado en la captación
del meta-mensaje por el ministro Danilo Medina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario