Raíces Radio

sábado, 23 de abril de 2016

Mendacidad política

Por ANULFO MATEO PÉREZ

La mentira ha sido usada siempre en la política por los que actúan sin ética ni moral, en el frenesí de alcanzar el poder o mantenerse en él usando cualquier medio, cobrando mayor significación cuando se abusa de ella revestido de la impunidad que otorga el Estado y los consabidos poderes fácticos.

Desde Platón, hasta Popper, pasando por Maquiavelo, la mentira expresada desde el Estado ha sido una lastimosa constante, como ocurrió con Luis XVII que al huir argumentó haber sido raptado por sus enemigos.

Cuando 2,500 personas se “graduaban” como alfabetizadas en el plan Quisqueya Aprende Contigo, tratándose en realidad de un engaño, el alcalde Roberto Salcedo quizás recreaba una comedia-sátira de Molière.

O mas bien puso en las tablas una farsa, que sin proponérselo el personaje central, denunció una realidad oculta, que esta vez no movió a la risa de los espectadores, sino por el contrario conmovió la vergüenza.

La farsa devino en tragedia y ante la vasta audiencia cayó estrepitosamente el personaje más importante de la escena, que intentando sorprendernos usó el irresistible y grotesco recurso de la mendacidad.

Así las cosas, porque en el teatro de la política la mentira sigue siendo para los demagogos una herramienta más que necesaria, imprescindible y justificable, sobre todo si son hombres o mujeres de Estado.

Y la obra se repite en otros ámbitos, con otros personajes habilidosos, que se desmienten a sí mismos cuando en su retórica reniegan de la palabra empeñada, movidos por su febril afán de mantenerse en el poder.  

Los politiqueros a través del Estado planifican la estupidez y mantienen en la ignorancia a millones de pobres, para que esas personas que “no entienden de nada” elijan a “los que tienen que gobernar”. 

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