En
nuestro país y en otros ámbitos, “cinismo” es un calificativo despectivo para
quien ostenta impudencia, obscenidad descarada y falta de vergüenza a la hora
de mentir o defender conductas deleznables, que hoy son alegadas virtudes de
políticos que niegan pan y ofrecen mucho circo a los dominicanos.
Si
Diógenes de Sínope viviera en estos aciagos días entre nosotros, bajo los
candentes rayos del sol y con su lámpara encendida, recorrería la
administración pública buscando un hombre honesto sin ningún éxito.
El
cinismo de Diógenes se distancia de ese calificativo, acuñado a los
politiqueros que roban y mienten al pueblo sin sonrojarse, porque él hablaba
con la verdad y despreciaba las riquezas y bienes materiales.
Y si
fuéramos a analizar las gestiones de gobiernos y administraciones del erario de
los últimos 50 años, no tendríamos que plantear la discusión sobre la hipótesis
de los más honestos, sino de los más corruptos.
De
manera, que la afirmación de Danilo Medina de que su Gobierno pasará como el
más honesto de la historia republicana, más que el de Juan Bosch y Francis
Caamaño, se inscribe en el cinismo político.
Porque
este gobierno peledeista es fruto de la defraudación del erario y un déficit fiscal
de 205 mil millones de pesos, usados por el presidente Leonel Fernández para llevar
a Danilo Medina al Palacio Nacional.
No
debe Medina, ni sus apologistas, vanagloriarse de “gobierno más honesto”, luego
de ratificar en sus puestos a conocidos desfalcadores del anterior y nombrar a
otros que exhiben fortunas obscenas.
Pero
además, es humor negro presumir de “gobierno más honesto”, cuando se pretende
imponer al pueblo la reelección presidencial con los recursos del Estado, cortejada
de tantos candidatos corruptos.
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