Raíces Radio

domingo, 30 de julio de 2017

El poder de la mentira



Por ANULFO MATEO PÉREZ

El profesor estadounidense de la Universidad de Stanford, Robert Proctor, acuñó el término “agnotología” para referirse al estudio de la ignorancia o duda culturalmente inducida, sobre todo cuando se trata de la publicación de datos científicos erróneos o tendenciosos, para manipular a blancos determinados.

Pero también, el concepto ha ido más allá para adentrarse en la sociedad por medio de fuentes del secretismo militar o judicial y por medio de políticas deliberadas, emanadas desde el poder político.

En otras palabras, es un concepto más acabado que la demagogia tradicional o la simple manipulación para ingenuos, porque la ignorancia inducida se sostiene desde el punto de vista falsamente conceptual.

Me refiero a lo que se conoce como “postverdad”, sustentada en distorsionar la realidad, hasta el extremo de poner en duda datos científicos irrefutables, como parte de la tecnología de la desinformación.

En la lucha política e ideológica, es frecuente que el demagogo recurra a la degradación del debate por medio de la retórica de la desinformación y la manipulación, para que este gire en torno a premisas falsas.

Es lo que hace el gobierno al enfrentar la Marcha Verde; o cuando usa las armas de distracción masiva; o falsea datos sobre lo acontecido con el caso Odebrecht o crea una falsa historia de lo acontecido.

Cuando instrumentan un plan mediático, como la defensa del proyecto Punta Catalina, los estrategas trabajan para negar la credibilidad de las fuentes irrefutables en los hechos que les desfavorecen.

Asumen como fin ulterior, la producción intencionada de ignorancia, con la ayuda no sólo de políticos y publicistas, sino también de grandes medios de comunicación y periodistas comprados o voluntarios.

domingo, 23 de julio de 2017

¿Contramarcha?

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Pese el desarrollo de la Marcha Verde y su más reciente demostración multitudinaria el pasado domingo, ninguna sorpresa debía esperarse en las decisiones del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), que dominado por el oficialismo ha movido las piezas a su favor en el ajedrez político dominicano.

Por lo que es la tradición de los que han detentado el poder, el gobierno de Danilo Medina ha producido los cambios del gatopardismo, “cambiar todo para que nada cambie”, reforzando su hegemonía grupal.

De manera que la elección de las altas cortes es una respuesta política al movimiento anticorrupción y a la partidocracia, así como a los adversarios del “danilismo” a lo interno del PLD, que siguen en jaque.

En el arte militar, la contramarcha es toda operación, movimiento o maniobra en que un cuerpo de tropas en acción toma una dirección contraria a la que llevaba hasta ese momento para distraer al enemigo.

Esta táctica es muy distinta a la retirada rápida, en una maniobra de engaño al enemigo, o al repliegue, que se caracteriza por la organización ante las adversidades en el terreno de la confrontación militar.

Nada de esto ha hecho el gobierno, sino que por el contrario ha decidido golpear a todos los que le reclaman un cambio de rumbo, hastiados de tanta corrupción, impunidad, ineficiencia, desorden e inseguridad.

Algunos conformistas entienden que el CNM se decidió por lo menos malo, porque dejó a un lado a los anteriores miembros de las altas cortes, pero en realidad lo que hizo fue cambiar a Quevedo por Malpica.

En tanto, el gobierno seguirá la ruta contraria al pujante movimiento Marcha Verde, que con firmeza espartana exige el cese de la corrupción y la impunidad, un peligroso y obstinado desafío a la confrontación.  

sábado, 15 de julio de 2017

Los entresijos del poder

La imposición del neoliberalismo a nivel planetario por el poder unipolar, a través del FMI y el Banco Mundial, ha sometido a la República Dominicana durante décadas a graves problemas socio-económicos, diezmando las luchas reivindicativas en desarrollo, como ha sucedido con otros países de América Latina.

Inflación, desempleo, disminución de los niveles salariales y de la calidad de vida, las bajas inversiones en los sectores productivos, han conformado un conjunto de fenómenos que lastiman el tejido social.

El PLD en el poder abrió las puertas a la criminalidad en sus más diversas expresiones, fracturó los lazos sociales, banalizó la actividad política, acentuó el clientelismo, así como el tráfico y consumo de drogas.

Sus gobiernos son culpables de esta debacle, resultado también de la privatización de las empresas estatales y enajenación de sus riquezas; pérdida de la soberanía y putrefacción de las instituciones públicas.

Sin embargo, el momento político ha cambiado por la irrupción del movimiento Marcha Verde, que demanda justicia ante la corrupción e impunidad, a un poder que conculca los derechos de las grandes mayorías.

Los dominicanos han despertado del encantamiento, para ver con toda claridad los entresijos del poder peledeista, que los obligó a prosternarse, mientras unos pocos se apropiaban del patrimonio público.

Ahora el gobierno se empeña en convencer que la razón es pura subjetividad, fruto de la duda y la crítica incierta, para llevar confusión a sus opositores que exigen paz, orden, justicia social y económica.

En tanto, desde el Palacio Nacional se manipula el caso Odebrecht, con el propósito de llevar pesimismo y frustración a la Marcha Verde, que este domingo muestra su firme y vigoroso mensaje de esperanza.

sábado, 8 de julio de 2017

Fortaleza de la Marcha Verde

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Es la naturaleza y práctica del gobierno del PLD apoyarse en el poder del Estado para someter a las grandes mayorías nacionales a sus funestas políticas públicas, y en cambio favorecer sólo a las corporaciones transnacionales, la burguesía parasitaria y las élites políticas, que traman eternizarse en el poder. 

Los que desgobiernan olvidan que la razón puede dar poder a los sometidos; hacer conciencia de ella les mueve a organizarse y luchar en defensa de sus derechos, de su dignidad y supervivencia.

Marcha Verde ha surgido como resultado de la maduración del proceso social y político, así como por el agravamiento de la crisis económica, los servicios públicos y la manifiesta inseguridad ciudadana.  

La vitalidad de ese movimiento radica no sólo en la razón, sino en la presencia del pueblo militante, el espíritu de justicia, y de la unidad en la diversidad por el fin de la corrupción, la impunidad y el desorden.

El gobierno maniobra para desactivarlo; por su lado, otros lo alientan para controlarlo, sin embargo, todos esos esfuerzos han fracasado porque sus integrantes han elevado sus niveles de conciencia política.

En el proceso, la clase dominante y sus gobiernos se han ido quitando la careta al violar sus propias reglas y clavar las garras de la corrupción… mientras la gente aprende con una velocidad inimaginable.

Hasta ahora, el movimiento ha protestado contra toda esa podredumbre de forma pacífica y ordenada, pero si el oficialismo insiste en confrontarlo de forma obstinada, podría llamar a la desobediencia civil.

En tanto, en su denuedo por el rescate del país, el próximo domingo Marcha Verde mostrará nueva vez su fortaleza y firme rechazo a las burdas maniobras del gobierno, de la claque empresarial y mediática.  

sábado, 1 de julio de 2017

Jugando a la politiquería

Por ANULFO MATEO PÉREZ

La clase dominante y la partidocracia tradicional que le sirve, son los responsables de la crisis económica, social y política del país, resultado del manejo irresponsable del poder y las groseras violaciones a su Constitución, que modifican a su medida, y a las leyes que aprobó un Congreso Nacional subordinado.


Ellos se han confabulado para apropiarse de los bienes del Estado y privatizar los servicios públicos, ante los ojos de un pueblo que se mostró desconcertado hasta que se empoderó al marchar contra ese desorden.


Esa partidocracia ha desgobernado a sus anchas; practicando el nepotismo como norma; sobrevaluando las obras públicas y endeudando al país con empréstitos, de los cuales una parte termina en sus bolsillos.


El sistema político que desde hace décadas ellos han construido, sólo admite en los cargos públicos a redomados corruptos, y se han amalgamado los poderes Ejecutivo, Judicial y legislativo; los tres en uno.


Un inmenso poder en manos del presidente de turno, para conformar grupos mafiosos que arrasan con las instituciones del Estado, desafiando a la gente decente que rechaza su conducta delictiva.


En tanto, los dominicanos padecen inseguridad ciudadana; violencia oficial y de la delincuencia común; insalubridad; desempleo; falta de techo familiar y la coacción del libre ejercicio de sus derechos.


Estamos ante un país en crisis, donde se ha ido entronizando el autoritarismo y la represión contra el que disiente del oficialismo, zarpazos desesperados de una dictadura institucional decadente y putrefacta.


La reacción del gobierno ante ese valladar no ha sido rectificar, sino seguir jugando a la politiquería; sumergido en el lodazal… cavando su propia tumba, al paso cada vez más vibrante de la Marcha Verde.