Raíces Radio

domingo, 26 de marzo de 2017

Corrupción y crisis política

Por ANULFO MATEO PÉREZ

La metástasis de la corrupción en las instituciones que sustentan el sistema político y a sus representantes, es una de las palancas principales de aceleración de las crisis política, social y económica de la República Dominicana, resultado de la perversión de quienes nos han sometido desde hace décadas.

Ante los ojos de la sociedad, el deterioro institucional, la crisis de dominación y el caos se deben a la cultura de ilegalidad, la corrupción, indolencia y pérdida colectiva de la “moral” de la “clase política”.

La corrupción de Estado y la suciedad del sistema económico y político se extienden como mancha de aceite, desde la base hasta la cima del poder de esta seudo democracia, devenida en dictadura institucional.

El saqueo de los recursos públicos para enriquecer a una cúpula económica y política, sirve además para invertirlo en compra de voluntades, envilecimiento de amplios sectores y manipulación mediática.

Todo ello lo convierte en un poder ilegítimo y usurpado, que el pueblo dominicano debe revocar con la soberanía que le otorga su condición de tal, para refundar sus instituciones y sistema político.

La Marcha Verde contra la corrupción e impunidad del pasado 22 de enero y la que se efectúa hoy en Santiago, es una respuesta de rechazo contundente, plebiscitario, a la mafia política y económica oficialista.

Es una demostración de que el pueblo ha elevado su nivel de conciencia y está empleando sus fuerzas para desplazar a los corruptos y corruptores que detentan de forma abusiva e ilegal un poder opresivo.


La crisis de gobernabilidad ya es evidente, como la desobediencia civil en ciernes, que podría tomar el camino de una mayor confrontación, si el gobierno sigue sordo al reclamo para poner fin a la impunidad.

domingo, 19 de marzo de 2017

Ceguera gubernamental

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Dice el refranero popular que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”; expresado en términos psicológicos es el mecanismo defensivo de la negación de la realidad, para ignorar lo que resulta doloroso, que de reconocerla le obligaría a tener conciencia de sus emociones y a tomar alguna acción al respecto.

La sociedad tiene plena conciencia de lo que sucede en el país en cuanto a la corrupción e impunidad, donde está implicada la cúpula económica y política que controla el gobierno y el presupuesto de la nación.

Así lo confesaron los máximos ejecutivos de la compañía brasileña Odebrecht, en relación a los sobornos a funcionarios del gobierno dominicano, que según sus propias palabras ascendieron a US$92.0 millones.

Pero no se trata sólo de Odebrecht, sino que se ha hecho un hábito de quienes desempeñan funciones públicas sustraer los recursos destinados a la asistencia a los más pobres y al desarrollo del país.

El presidente Danilo Medina y los más altos dirigentes del PLD, entre los que se halla, se sienten acorralados por las críticas y acciones de un pueblo cansado de tanto caos en la administración del Estado.

Lo afirmado por el alto dirigente peledeista Félix Jiménez (Felucho) de que el Comité Político de su partido fue advertido de las sobrevaluaciones de Odebrecht, y su posterior retractación pública es parte del drama.

Es una de las múltiples muestras de que el presidente Medina y los demás que mueven los hilos del poder, no aceptan la fuerza del movimiento social contra la corrupción y la impunidad rampante.

Si el gobierno está ciego, sordo y mudo ante el clamor contra tanto caos, al menos este domingo debe exponer su piel para que sienta las vibraciones del pueblo en el emblemático parque Independencia.

domingo, 12 de marzo de 2017

La mujer del César

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Cuando Julio César reprobó a su esposa Pompeya, la que no había cometido acto impuro ya que su presencia en una Saturnalia, orgía de las damas de la aristocracia, solo había sido como espectadora... este sentenció: “La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”, cuenta Plutarco en “Vidas Paralelas”.

Así, Julio César hacía valer su autoridad con firmeza, aunque en una conducta contrastante nombró cónsul a Incitatus, su hermoso caballo blanco, a quien le mandó a construir una caballeriza de mármol.

Todo ello indica que se debe guardar compostura respecto al cargo que se ostenta; si extrapolamos la frase a nuestro tiempo, enseña que se debe mostrar dignidad cuando se representa un puesto público.

Al revelar el ex director del Departamento de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, Hilberto Silva, que intervino para financiar la campaña de Danilo Medina, tiraba por la borda las apariencias del “César”.

¿Por qué ha ido tomando cuerpo la credibilidad de esas afirmaciones, pese al desmentido del presidente dominicano? Porque la palabra de Danilo Medina se ha ido devaluando por sus propias contradicciones.

Cuando le pidieron su parecer sobre la corrupción, el mandatario irritado exigió que se le señalaran los actos dolosos de su gobierno, cuando ya esa práctica era un secreto a voces y una vergüenza Nacional.

Lo cierto es que la defraudación contra los recursos públicos se ha enseñoreado en todo el entramado oficial, sin que el Ejecutivo haya aplicado las medidas para evitarla ni condenarla, sino para encubrirla.

La corrupción y la impunidad han dado metástasis en la cúpula de la partidocracia, en el poder político y económico, y como respuesta el empoderamiento del pueblo, harto de tantos abusos y simulaciones.

sábado, 4 de marzo de 2017

¿Cuál es la trama?

Por ANULFO MATEO PÉREZ

El presidente Danilo Medina se dirigió a la Asamblea Nacional y al pueblo dominicano el pasado 27 de Febrero durante un discurso lleno de contradicciones e interrogantes que deben analizarse con cuidado, si queremos saber cuál es la urdimbre con que se maneja a nivel oficial la corrupción y la impunidad.

Tres elementos deben analizarse: Primero, el acuerdo a que ha llegado el Procurador Jean Alain Rodríguez y la imputada Odebrecht. Segundo, el rechazo del juez José Alejandro Vargas a esa transacción.

Y tercero,  la comunicación gestual de Rodríguez durante el discurso del presidente Medina y las recientes declaraciones del primero, de que los culpables de recibir sobornos de Odebrecht irán a la cárcel.

El drama parece confundir a muchos, prestándose a diversas conjeturas; no obstante, se deben sacar algunas conclusiones objetivas de él, como por ejemplo, el entrampamiento en que se halla el gobierno.

Las irrefutables evidencias de sobornos del consorcio brasileño a lo más granado del poder, y otros escándalos de corrupción, así como el firme rechazo a la impunidad les han creado un gran desconcierto.  

El presidente Medina y sus más allegados están conscientes de que es tarde para manipular a decenas de miles de dominicanos que marcharon el pasado 22 de enero contra la corrupción y la impunidad oficial.

Que es imposible frenar a la sociedad dominicana en su sed de justicia, resistida a transigir frente a las maniobras que se traman desde el gobierno y falsos opositores implicados en toda esa podredumbre. 

Ahora lo que importa es mantener y potenciar los esfuerzos para desplazar del poder a esa partidocracia enquistada en todos los estamentos del Estado, involucrada por igual en este desorden institucional.