Raíces Radio

domingo, 6 de abril de 2014

Frente político opositor



Por ANULFO MATEO PÉREZ 

I

Es probable que en los próximos meses se inicie un fuerte debate relacionado con la pertinencia o no de la constitución de un frente político opositor, que le permitiría a organizaciones de distintos litorales ideológicos tensar sus fuerzas para las elecciones presidenciales de mayo de 2016.

Las alianzas se establecen en la lucha social, económica y política, entre distintos sectores de clases, a veces antagónicos, y por otros con tácticas y estrategias comunes, que pueden desembocar en la fusión.

Para mantener el status quo, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se alió con el balaguerismo neotrujillizado, y luego cooptó a pequeñas agrupaciones ultraconservadoras y pseudo izquierdistas.

En la conmemoración del 40 aniversario de la fundación del PLD, el ex presidente Leonel Fernández expresó que esa organización ganará con facilidad las elecciones presidenciales de 2016 en la primera vuelta.

Y en un ejercicio de prestidigitación política, tras los daños provocados por sus gobiernos en el orden económico, social, político y moral, Fernández anunció que el PLD continuará en el poder en el año 2044.

La fracción dueña de la franquicia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con evidentes vínculos con el oficialismo, empuja a sus oponentes internos a buscar nuevos aliados para sobrevivir.

Esa realidad gravita sobre los dispersos sectores opositores, algunos de los cuales ponderan la posibilidad de una alianza que les permita competir en condiciones más favorable contra el peledeismo gobernante.

Entre los obstáculos para lograr ese propósito está la dificultad para aprobar un programa integrador; la cultura excluyente, prejuiciosa, sectaria y oportunista de los actores políticos, que viven de espalda al país.

II

Algunos revolucionarios defienden que nunca se debe hacer compromisos con sectores representativos de otras clases distintas a la obrera, pero deben tener en cuenta los hechos históricos demostrativos de las alianzas inevitables, asumidas por partidos que no han claudicado en la lucha por el socialismo.

Pregunto, ¿es posible llegar a cualquier tipo de alianza táctica o aceptar cualquier tipo de compromiso? No. Lenin fue muy claro enfatizando en que cualquier compromiso debe estar apegado a los principios.

Él planteó que no se deben hacer concesiones de principios ni concesiones teóricas. Al contrario, entendía que debe establecerse con toda claridad la contradicción de intereses que los obreros tienen con sus aliados.

Engels, en 1873, aclaró a los revolucionarios que declaraban: “Nada de compromisos”, que en la alianza para un frente, tampoco deben hacerse concesiones en los puntos del programa que afecten la estrategia.

Cuando se sacrifica la estrategia, la política de alianzas cede paso al oportunismo y retrasa la lucha de los trabajadores, porque los intereses de los aliados se ponen por encima de los objetivos de los obreros.

Debe entenderse que la alianza es la unión temporal entre distintos grupos o clases sociales para llevar a cabo una lucha por intereses comunes, pero lleva en su seno las contradicciones de clases.

Llegado un determinado momento, estas contradicciones se superarán, produciéndose la fusión, o se agudizarán, provocando la separación o ruptura de la alianza políticas establecidas.

Existe por lo tanto, un interés inmediato que los une, pero existen intereses a largo plazo que los pueden separar por caminos distintos. De manera que toda alianza implica, entonces, unidad y lucha de contrarios. 
III 
Hay que apartar de la lucha política la ingenuidad, y entender que la alianza de clases con intereses antagónicos implica a largo plazo aceptar un desafío. Cada actor político acepta este desafío confiado en que va a triunfar. La unidad es usada para preparar luchas futuras, que les pueden dividir.

Por tanto, antes de realizar este tipo de alianza es preciso establecer sus ventajas y desventajas, los inconvenientes políticos a largo plazo, que serían la contrapartida de las ganancias inmediatas.

¿Para qué se establece la unidad con otras fuerzas que representan intereses antagónicos a los de la clase obrera? Para luchar, avanzar, alcanzar peldaños, fortalecer las organizaciones de los trabajadores.

Es preciso decir que el oportunismo de derecha en el movimiento tiende a la unidad sin lucha y termina en la conciliación con la burguesía, es decir, sirviendo a los intereses mezquinos de los capitalistas.

Pero también es cierto, que el oportunismo de izquierda tiende a luchar sin unidad y termina en el aislamiento sectario. Sólo la unidad y lucha hace posible el avance del pueblo y de su dirección al mismo tiempo.

Por esa razón, un frente político nacional debe tener un programa, que incluya la demanda por la preservación de los recursos naturales, la seguridad ciudadana y una amplia democratización del país.

Para ello debe sustituirse a los actuales funcionarios de la Junta Central Electoral (JCE), por otros que respondan al interés de la nación y no al oficialismo, y en particular al ex presidente Leonel Fernández.

Lo propio debe ocurrir respecto a las altas cortes. La lucha contra la corrupción de Estado y la impunidad de quienes han depredado los recursos públicos. Todos son puntos de amplia aceptación nacional.

IV 

Los obreros constituyen la única clase “revolucionaria hasta el fin”. Sin embargo, en todos los procesos sociales se han visto en la necesidad de contar con otros sectores de la población para derrotar a sus opresores, que aunque representan una minoría tienen el poder del Estado. 

El frente político ha representado siempre un desafío, pero la izquierda debe recordar que los fundadores del socialismo científico recomendaban en la lucha política flexibilidad táctica, sin perder de vista la estrategia. 

Decía el fundador del primer estado obrero, Vladimir Ilich Ulianov, que “no se puede triunfar sobre un adversario más poderoso sino mediante una extrema tensión de fuerzas”, aprovechando “la menor fisura entre los enemigos”. 

Y agregaba que la clase obrera debía aprovechar “la menor posibilidad de asegurarse un aliado numéricamente fuerte, aunque éste sea un aliado temporal, vacilante, condicional, poco sólido y seguro...”. 

En conclusiones aleccionadoras y críticas, sentenciaba: “quien no ha comprendido esta verdad no ha comprendido nada del marxismo, ni, en general, del socialismo científico contemporáneo”. 

La experiencia de la izquierda en la constitución de frentes políticos ha sido frustrante, como ocurrió en la década de 1980 con el mayor esfuerzo unitario, representado en el Frente de Izquierda Dominicana (FID). 

Esa estructura fue “dinamitada” por una parte de sus integrantes, que terminaron marchándose con sus maletas llenas de “harapos ideológicos” hacia los brazos de la partidocracia. 

La izquierda debe fortalecer su unidad política, ideológica y programática en un sólo frente, que le permita participar en otro agrupamiento más amplio que movilice al país contra esta dictadura institucionalizada.